Estábamos citados a las
12:15 en el aeropuerto de Palma pero como la emoción nos embargaba,
llegamos antes de la hora, preparados para vivir una nueva
experiencia y a la vez nerviosos porque no sabíamos lo que nos
esperaba al llegar. A las 15 horas aterrizamos en el aeropuerto de
Basilea, después de haber pasado unas horas jugando a cartas y
compartiendo impresiones, y nos dirigimos a la cuidad de Willisau
para conocer a nuestras familias de acogida.
Al día siguiente pasamos
el día con ellas disfrutando de su compañía y adaptándonos a sus
costumbres, conociendo los alrededores, esquiando o patinando sobre
hielo.
El lunes por la mañana
nos encontramos todos en el colegio de Willisau y lo primero que
destacamos fue lo bonito que era el país, sus paisajes y sus gentes.
Todo lo que nos rodeaba era muy distinto a nuestra Mallorca natal y
por eso nos maravillaba. En la escuela, los profesores fueron muy
amables, nos preguntaban cosas sobre nosotros, sobre como nos iba su
asignatura en España... y después nos invitaron a comer en el
colegio.
El martes fuimos al
bosque de Willisau, donde nos parábamos en cada momento para hacer
fotos y para contemplar el paisaje, despúes visitamos la ciudad de
Willisau y prestamos especial interés al ayuntamiento. Por último
fuimos a una fábrica de galletas donde nos dieron la opción de
degustar el producto, además aprovechamos para comprar para
nuestras familias.
A las 8:15 de la mañana
del miércoles, nos encaminamos hacia Einsideln, una cuidad donde
visitamos un gran monasterio, entramos en su interior y nos hicieron
una visita guiada accediendo a todos sus rincones e historias.
Tuvimos la gran suerte de que nevaba así que al finalizar la visita,
cogimos unos trineos y nos lanzamos por unas pendientes. Después
comimos una fondue de queso buenísima que nos cocinó uno de los
profesores del colegio suizo.
El jueves visitamos uno
de los sitios más bonitos de Suiza, Lucerna, una cuidad de la cual
pudimos disfrutar visitando el museo del transporte, el puente de
madera mas viejo de Europa y el monumento al león de Lucerna y por
último la mayoría nos sentamos en un parque contemplar la belleza
de la ciudad.
El viernes visitamos la
capital de Suiza, Berna. Dimos un paseo por la parte medieval de la
ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983.
Al volver a Willisau fuimos a jugar al minigolf y a cenar todos
juntos como despedida ya que al día siguiente nos tocaba madrugar.
Y por fin llegó el día
de volver a casa, ese día que nadie quería que llegara ya que
habíamos vivido 7 dias inolvidables durante los cuales conocimos a
gente genial y visitamos sitios de los cuales nos acordaremos durante
mucho tiempo. No fue nada fácil la despedida de nuestras familias de
acogida ya que tanto ellos como nuestros profesores son los que
hicieron posible que este viaje fuera perfecto y del cual muchos no
cambiaríamos nada.
Pero ahora que ya estamos
en España, esperamos con ilusión el próximo mes de septiembre en
que ellos nos devolverán la visita, nos encontraremos nuevamente y
tendremos la oportunidad de acogerlos en nuestros hogares con el
mismo cariño y con la misma ilusión que ellos nos acogieron a
nosotros.
Marina Ramis Catalán
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